Por otro lado la juventud no es tonta y la política de infundir miedo basada en medias verdades y manipulación de la información es algo que no les pasa desapercibido. A la juventud no se la puede engañar porque, sencillamente, no se deja, y además tiene una acentuada propensión a la aventura y al riesgo, a conocer lo desconocido y prohibido. El refranero popular dice que “todo lo prohibido es deseado” y no deja de tener razón. Una de las razones por la que los jóvenes se drogan es pues por amor a la aventura, al riesgo a transgredir lo prohibido y para buscar experiencias nuevas, y el peligro es que la mayoría lo hacen sin conocer verdaderamente las drogas y sus peligros. En las legales por seguir con el uso de las mismas que hacen y les enseñan los mayores. La juventud y también el resto de los humanos tenemos una gran propensión a saltarnos las prohibiciones, y ello es una razón más para que sea tan nefasta la actual política contra las drogas.
Contrariamente a lo que se hace con las demás drogas en estas, especialmente en el tabaco, se intenta abordar una política de prevención basada tímidamente en la información y unas medidas prohibitivas de la edad y lugares de uso, sin prohibir ni penalizar su consumo por su consumo en sí, sino por transgredir los lugares y edades establecidos y existe el peligro de que se caiga en una política igual a la de las drogas ilegales con lo que en lugar de arreglar las cosas las van a complicar más.
En estas como en las demás lo que debería de abordarse sin paliativos unas verdaderas políticas de prevención basadas en la información veraz de sus ventajas e inconvenientes y en la formación y educación de la juventud para que libremente puedan escoger el camino a seguir con verdadero conocimiento de causa sabiendo y conociendo las ventajas del uso y los peligros del abuso en todas las substancias.
A los padres y educadores hacerles ver, con información y formación veraz, la realidad de que las drogas son todas drogas, tanto las ilegales como las legales, y que estas últimas están catalogadas como entre las más fuertes y que tengan un pleno conocimiento de la realidad de sus ventajas y desventajas.
El problema para los padres y educadores es que como una mayoría las consumen ellos mismos se resisten a aceptar su real peligrosidad y su alto poder adictivo, que es, sea dicho de paso, muy superior al del cannabis. Para la juventud no deja de ser un handicap para no consumir el que sus mayores consuman y son muchos más los mayores que consumen drogas legales que los que las consumen ilegales.
Seria ya hora de abordar una política conjunta para las drogas legales e ilegales más humana y solidaria que la política prohibicionista y penalizadora actual de las ilegales, porque es paradójico que en una sociedad que dice sólo busca el Estado del Bienestar, que promueve la solidaridad, la adhesión, la ayuda y la entrega generosa a la ayuda de los más desfavorecidos, se trate el tema de las drogas ilegales sólo desde el castigo y la represión. Sólo se ve desde un punto de vista de delincuencia, robos, atracos y muertes, y en las drogas legales se contempla solamente desde el punto de vista de la salud cuando el alcohol es una de las que crea más peligrosidad social.
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